Archivos históricos
El discreto encanto de la burguesía (1972)
El discreto encanto de la burguesía (1972), una película francamente genial
ACTUALIDAD CINEMATOGRÁFICA (LUIS ESPINAL)
Diario Presencia (La Paz domingo 26 de octubre de 1975)
EL DISCRETO ENCANTO DE LA BURGUESÍA de Luis Buñuel es una película francamente genial, que denota un grado de extraordinaria madurez en este creador cinematográfico, de raíces españolas, francesas y latinoamericanas.
EL DISCRETO ENCANTO DE LA BURGUESÍA es el psicoanálisis de esta clase social, por supuesto en su versión europea. Esta burguesía está definida por una frustración constante en el comer y en lo sexual, esto revela otras frustraciones más esenciales. Definir su vida como una cultura de las cenas elegantes, pero que acaban por ser traumatizadoras, es la manera más clara de mostrar su parasitismo social y su insignificancia interna.
Los componentes de este grupo de «áureos mediocres» son: un embajador latinoamericano que trafica en cocaína, un obispo que cuida el jardín de los burgueses a cambio de poder asistir a sus cenas, unos militares que están de maniobras, y algún policía servil o torturador.
Su vida real es tan pobre y vegetal que, si no fuese por sus sueños y pesadillas, no podríamos captar el mundo de estas amebas. El mismo Buñuel nos presenta los hechos de modo que solamente al final de las secuencias oníricas nos explica el momento con el despertar de la persona. Estos sueños de frustración son más reales que la misma vida de estos personajes – maniquíes
Buñuel cada vez se muestra menos baturro y más francés; por esto aquí ha dejado ya el rudimentario cuchillo de sus antiguos films (LA EDAD DE ORO, LOS OLVIDADOS, LA MUERTE EN ESTE JARDÍN) para utilizar ahora el bisturí electrónico. Es más discreto, pero corta más. Debajo de este DISCRETO ENCANTO, hay una saña serena, que no le deja perder golpe.
El mismo nos da la fórmula, indirectamente, ha sabido compaginar Freud y Mao; de su antiguo surrealismo anárquico, ha pasado a un fellinianismo, pero más crítico y más significativo.
Algunos de sus símbolos son de una potencia extrema. Una vez más, encontramos el piano de cola y los insectos; esta potente imagen, Buñuel la creó hace ya 47 años, y le ha seguido a lo largo de toda su filmología, como si fuese su firma. Estas cucarachas que corretean sobre el teclado del piano, tienen el mismo sentido que el asno que se pudría sobre el piano en UN PERRO ANDALUZ (1928).
Para Buñuel, tal vez inconscientemente, el piano de cola es el típico símbolo de la burguesía. En una síntesis detonante, aquí, en EL DISCRETO ENCANTO DE LA BURGUESIA, el piano de cola se ha convertido en instrumento policial para aplicar la tortura.
El obispo habla de países y cosas que desconoce, personalmente profesa la humildad (es un obispo-obrero) pero es un lacayo (trae las sillas, cuida las flores) de esta clase inútil; cuando le hacen una pregunta importante, deja la respuesta para otro día; con sus palabras dice una cosa (el perdón) pero con sus obras se alinea de parte de los opresores (mata al obrero).
Ahí Buñuel parece darnos los motivos de su anticlericalismo, que luego se convierte en animosidad contra lo cristiano. ¿Será suya esta confesión de la mujer del pueblo: «Desde pequeña no he podido amar a Jesucristo»? ¿No será éste uno de los resultados de su educación jesuítica?
El embajador de Miranda (Fernando Rey) rompe sus convencionalismos diplomáticos, cada vez que le preguntan algo acerca de su país andino: los nazis refugiados, la guerrilla, los estudiantes, los homicidios… Las simples preguntas ya desmoronan su sistema.
La cultura de estos burgueses es de lo más superficial (aunque sea brillante) hablan siempre de vinos y recetas culinarias, saben de horóscopos, pero no conocen nada humano o que valga la pena. Su cultura no va más allá del oporto o de la autenticidad de un sombrero napoleónico. Las grandes preguntas simplemente les sacan de quicio.
Como un leitmotiv Buñuel repite la imagen del grupo burgués avanzando decididamente por un camino que no lleva a nada ¿A dónde van? ¿Hacia el vacío? ¿Será el deseo de volver a lo simple, a la naturaleza? El tema de la muerte está muy presente en el film ¿no será ésta el horizonte del camino? Desde el velorio del dueño del restaurant, la muerte va jalonando todo el film (el repetido sonar de la campana funeraria); el policía, alma en pena que se aparece el 14 de junio (ironía por el 14 de Julio); la madre vengadora como obsesión del militar; el asesinato de los comensales; matar al moribundo…
Esta burguesía tiene un encanto discreto, porque tiene un mundo de «discretos» defectos: impaciencia, gula, parasitismo, frustración, insinceridad, cobardía, conocimientos inútiles. Pero la elegancia pretende cubrir todo esto. El ruido del jet cubre el bla – bla del ministro del interior, y el tecleo de la máquina de es-cribir cubre las «razones» del comisario. La imagen es deslumbrante.
Este film anti – burgués está hecho con tanta elegancia como para agradar a los burgueses (algo así como sus films anticristianos, por ejemplo NAZARÍN.- Aunque se ría de sus valores (respetar más al uniforme que a la persona; el antiguo deseo de la policía de hacerse querer por el pueblo; la sexualidad clandestina, sabe utilizar su lenguaje y su ingenio voluble.
EL DISCRETO ENCANTO DE LA BURGUESÍA no se hace notar por su estilo cinematográfico, precisamente porque es sobrio, pero variado y sutil. El onirismo simbólico, el terror de Eros y Thánatos, la gracia (Syrig, Audran), la poesía el sarcasmo elegante son la esencia misma de este film.
El DISCRETO ENCANTO DE LA BURGUESÍA es uno de estos pocos films que uno tiene ganas de volver a ver.