Límites y aciertos “teológicos” de “Jesucristo Superstar”

Por P. Renzo Cotta S.B.D.

Diario Presencia, La Paz, martes 30 de julio de 1974. p3

Cristo, para la película, es un personage dado que tiene un pasado próximo que debemos suponer lleno de éxitos y conquistas personales. Sólo quién tiene “prestigio” puede conquistar seguidores, “discípulos”, un pueblo que lo aclama y ganarse enemigos entre el poder público y religioso.

La última semana es la semana del abandono. Si Judas trama la traición, sabemos que los demás, los doce, todos (menos Juan) dudaron, tuvieron miedo y le abandonaron.

Estos últimos 7 días de la vida terrenal de Cristo son vistos con los ojos desesperados de sus discípulos. Luego, únicamente desde una visión humana no iluminada por la fe y la esperanza: ¡Ojos ciegos llenos de terror! Ojos que representan la mirada dudosa, escéptica de muchos de nuestros contemporáneos que, frente al aparente fracaso de Cristo se preguntan buscando otras fórmulas para arreglar el mundo, ¿Qué ha hecho el cristianismo en 20 siglos para salvar al hombre?

La versión de Cristo que nos da “Jesucristo Superstar” en su conjunto, puede aceptarse en el marco de una libertad artística de interpretación. Pero, es sin duda necesario subrayar que hay ciertas “libertades” que consideramos exageradas y algunas veces alejadas de la verdad evangélica.

Es cierto: Cristo vive una vida humana con todas sus limitaciones, menos el pecado; el momento más dramático es sin duda la angustia de Getsemaní; frente al sufrimiento tan próximo, Cristo pide al Padre que aleje de Él el cáliz… si es posible.

El Film amplifica esta angustia y esto es aceptable artísticamente, pero se aleja del evangelio cuando nos da a entender que el mismo Cristo parece dudar del sentido y eficacia de su muerte, mientras los textos bíblicos en una y otra forma, repetidamente, nos hacen ver un Cristo que es consciente de entregar libremente su vida “para la salvación del mundo”.

Los apóstoles son representados como figuras opacas y sin mucha personalidad, está bien, siempre dudaron y nunca comprendieron verdaderamente a Cristo y lo abandonaron. Cristo lo sabe, pero también -según los evangelios- sabe que volverán, porque el Espíritu los fortalecerá y serán sus testigos “hasta el último confín del mundo”.

Judas es un personaje que más de una vez motiva su traición con supuestos ideales políticos y terrenos. Pero, tenemos que objetar la insistencia final -que, por otra parte, puede entenderse como interpretación personal del mismo Judas con que subraya la fatalidad de un destino movido por un Dios que lo lleva a la traición y al suicidio; es evidente una interpretación equivocada del bíblico “todo tenía que cumplirse”, como si Dios predestinara al mal; el mal es sólo fruto de la libertad del hombre. Es necesario hacer esta aclaración para evitar que el espectador quede con la imagen de un Dios cruel y vengador: Esto no es evangelio.

Pasando al relato de la cena, recordemos, ante todo las palabras de Cristo en el film: “Si les importa, este vino podría ser mi sangre. Si les importa este pan podría ser mi cuerpo. Es el fin… Este es mi cuerpo que ustedes comen, esta es mi sangre que ustedes beben. Si ustedes se acuerdan de mí cuando coman y beban”. Evidentemente, las palabras son ambiguas, con respecto a la fe católica sobre la eucaristía, probablemente el autor londinense es de extracción protestante, pero pueden aceptarse con esta interpretación; la realidad de la presencia de Cristo en el Pan Eucarístico es verdadera, por la palabra eficaz de Dios, independientemente de si el hombre cree o no; esto no quita que depende de la libertad del hombre aceptar en la fe este misterio.

Para un no creyente, ese pan es sólo pan, sólo para el que le importa, es decir, cree, es el cuerpo de Cristo. Una última crítica entre otras más que se podría hacer, es que el film nos da un Cristo sin resurrección; No cabe duda. Pero, preguntémonos: ¿Qué es la resurrección además del hecho histórico, si no la fe actual que cree que Cristo vive y está con nosotros? Ahora bien, sin detenemos en algunas alusiones simbólicas como la cruz vacía iluminada por el Sol, etc., si se acepta la clara significación del coro, identificando con la juventud actual que proclama: “Cristo, te amo”, podemos ver que la película nos habla de algo más que de un personaje del pasado, Sino de alguien que, sólo porque vive puede ser todavía hoy amado.

Todo esto no quiere reducir el valor de la película, que no puede ser un tratado de teología católica; nuestra intención es señalar sus límites: es una perspectiva histórica que pone al espectador en la postura del hombre contemporáneo de Cristo. Por otra parte, muchos pasajes se adhieren claramente al evangelio.

Por fin, un aspecto que consideramos acierto “teológico” del film: Esa pregunta insistente, ritmada con la música y el ballet “Tú ¿quién eres?” No es solamente la pregunta del escéptico, sino del creyente más convencido que despojado de toda farisaica autosuficiencia de quien cree conocer a Cristo porque repite superficialmente la fórmula “Cristo es Dios”, busca continuamente a lo largo de toda su vida, de penetrar más esa verdad que es inagotable; el Papa, los Obispos buscan, investigan y oran para conocer la voluntad de Dios.

Este es entonces, el acierto: mover al espectador a preguntarse seriamente: ¿Quién eres tú, Cristo? para mí, para nosotros, hoy, ¿dónde debo encontrarte, qué sentido tiene todavía hoy tu muerte?…

Renzo Cotta, nació en Italia en 1925. En 1962 arribó a La Paz para trabajar en el colegio Don Bosco. Fue su director desde 1968.

El 12 de julio de 1976, junto a Amalia de Gallardo y Mario Mercado Vaca Guzmán dieron inicio a las actividades de la Cinemateca Boliviana.

Desde 1979 el Festival de Cine Para Niños, paralelo al Llama de Plata, lleva el nombre de Renzo Cotta.