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Una reflexión sobre la película Zona Sur (2009)

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Zona Sur - 2009

Una reflexión sobre Zona Sur (2009), filme de Juan Carlos Valdivia

TENDENCIAS – CRÍTICA (SANDRO VELARDE VARGAS)

Diario La razón (La Paz domingo 6 de septiembre de 2009)

Poster de la película de Valdivia, Zona Sur

Poster de la película de Valdivia, Zona Sur

Crítica * Velarde reflexiona sobre el filme de Juan Carlos Valdivia, “Zona Sur
El discreto encanto de la burguesía colla
SANDRO D. VELARDE VARGAS,
Periodista y docente universitario

La formación discursiva de cada momento histórico impone determinados temas para ser abordados por artistas e intelectuales pintores, escultores, actores y cineastas.
Esa es la gran capacidad que tiene el séptimo arte, que, mediante una historia. Refleja como un barómetro la ubicación espacio temporal, la sensibilidad social, el clima de opinión y los acontecimientos contemporáneos que vive un pueblo.

De esto se ocupa Juan Carlos Valdivia en Zona Sur; que emulando a un cirujano, mediante el filo de su bisturí. Realiza incisiones sobre las miserias de una clase “alta” paceña que se ve aislada; solitaria y al borde de la desesperación por los vientos de cambio que corren, tanto en el aspecto social, político y económico.

La película muestra de forma claustrofóbica el encierro de seis personajes totalmente dispares, que deben convivir y desarrollar su vida cotidiana en un hermoso y tradicional caserón que refleja la nostalgia de las casas familiares.

Con techos de teja al estilo europeo que resalta Joaquín Sanchez; director de arte, con una pulcritud que se refleja en el uso del blanco, en gran parte de las escenas convirtiendo al film en una verdadera sinfonía visual.

De la misma forma, Valdivia no escatima recursos para desnudar la familia “burguesa” que no tiene dinero para el almuerzo del día siguiente. Pero, si tiene introyectada en su estructura mental de que sí están llenos de dólares y que son los “jailones” que viven en la zona Sur”.

Una especie de estructura simbólica de la apariencia y opulencia, que todo pequeño burgués aún está seguro de poseer y que quizá todavía, no se ha dado cuenta de que es solo una quimera.

En Zona Sur, la cámara se convierte en una protagonista más del drama, con movimientos circulares que representan el hundimiento de esa endeble familia, una especie de cámara en espiral que va hacia el abismo.

La psicología de los personajes es bastante compleja; desde Carola (Ninon del Castillo) madre padre que reproduce en sus hijos todo ese falso círculo de apariencias, socapamientos y complicidades con Patricio (Juan Pablo Koria), su hijo adulado.

Que se las pasa en su cuarto o más bien en su motel privado, donde acompañado de su cámara de video y sus patitos amarillos de hule reproduce las escenas afiebradas de macho.

Representa el lado erótico de Valdivia, que también reflejó en la relación de Jonás y Julia en su ópera prima Jonás y la ballena rosada, y Mario Álvarez y Blanca en la ducha del hotel California, en American Visa.

Wilson (Pascual Loayza), de gran actuación, resulta siendo el padre ausente, ya que se baña en la tina de Carola, usa sus cremas; resuelve los problemas económicos de la familia, convirtiéndose en tutor del pequeño Andrés (Nicolás Fernández) que resulta siendo el nexo “entre dos aguas”, la de los indios y la de los de la “clase bien”.

Es una especie de esperanza en su condición de niño inmaculado de prejuicios; que busca inconscientemente esa especie de encuentro, de interculturalidad de acercamiento con el otro.

Los diálogos entre la servidumbre de la casa en aymara y sin traducción son otra arremetida intencional de Valdivia; parece recordarnos lo clandestinos que somos en estos “lares”. Obligándonos a preguntarnos, ¿cuán iguales o cuán diferentes somos?, habitando los mismos espacios.

Zona Sur es un excelente film que consagra el talento y la madurez de su director, que va mostrando sus características cinematográficas, su personalidad, su estilo; es decir, su distinción por ejemplo: el uso del agua como un elemento recurrente en sus películas.

Las lluvias intensas en Jonás y la ballena rosada que reflejan la soledad del personaje. Al igual que en la historia bíblica, Jonás se encuentra en el sótano de la gran casa que va inundándose cual panza de una ballena, devorado por sus propios fantasmas.

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